Desde que somos niños aprendemos a analizar los estados de ánimo, los que somos padres hemos notado a nuestros hijos que nos miran fijamente como esperando una reacción ante alguna situación, eso les va enseñando a entender qué resultado hay ante expresiones mostradas por los rostros.
Posteriormente ese aprendizaje nos ayuda de adultos a entender una serie de expresiones más complejas y que se acompañan de todas las señales que produce nuestro cuerpo en su totalidad y que ponen en evidencia estados de ánimo a manera de intuición.
Si bien es cierto que las combinaciones de estas señales son tan complejas que no hay forma de saber a ciencia cierta el estado de ánimo certero de cada individuo, sí podemos saber o "sentir" cuando debemos ser precavidos o ser más abiertos o tener confianza con alguien y muchos etcéteras.
El mundo del lenguaje no verbal es muy extenso y como lo dice Flora Davis en su libro La comunicación no verbal:
“...Quisiera aclarar desde el comienzo que este libro no es una clave. No ofrece recetas fáciles para descubrir los secretos de otra persona a través de su comportamiento no verbal.
El lector tampoco podrá sentarse frente al televisor sin sonido y traducir los movimientos corporales como si éstos respondieran a un vocabulario de fácil comprensión; como si hacer un ángulo con los dedos quisiera decir necesariamente siempre una cosa y cruzar la pierna de izquierda a derecha, otra.
La comunicación humana es demasiado compleja…”*
¿Será que de esta comunicación emotiva viene en parte el éxtasis contemplativo ante un buen retrato?
Quiero pensar que sí, me gusta pensar que los seres humanos conectamos debido a las emociones que percibimos y las cuales nos hacen sentir cierto grado de afinidad con el de enfrente.
Hace un rato me encontraba hojeando un libro maravilloso de mi colección, un libro de de Henri Cartier-Bresson llamado Un silencio interior.**
Dicho libro contiene algunos de los retratos de este gran fotógrafo hechos a algunas personalidades de su época. En estos retratos podemos percibir las personalidades de cada uno de los retratados y nos sumerge en el tratar de querer saber más de cada una de esas personalidades.
De alguna manera nos sentimos atraídos a lo que esos rostros comunican y aunque no sepamos exactamente lo que estaba en ese momento en sus mentes podemos intuir rasgos de su personalidad. Podemos "sentir" compatibilidad o conexión con la persona que estamos mirando.
Eso, aunado a los entornos que nos hablan de lo que rodea a los personajes podemos saber un poco más de sus personalidades y aficiones.
En cada rostro que miramos podemos saber algo a manera de velo emotivo que nos habla de la persona, y sus estados de ánimo, es como si pudiéramos poner diálogos al verlos a manera de susurros emocionales.
Lo que es indudable es que cada rostro que vemos tiene algo que decir, o lo que es lo mismo: comunica.
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*Davis,Flora. La comunicación no verbal. Ed. Alianza Editorial. Pp 15.
** Un slencio interior. Los retratos de Henri Cartier-Bresson Ed. Electa.